Hay días grandes y días pequeños. La mayoría de los días son días pequeños, pero hoy va a ser un día grande
Normalmente suelen atraerme películas que tengan un mínimo de complejidad en su trama, que tengan algún actor que me guste, que sean orientadas a la ciencia ficción o que cuenten la historia de tal forma que lo único que deseas es ver qué ocurre al final. La historia que viene a contarnos el casi infalible Steven Spielberg no tiene nada que ver con todo esto: ni es una trama compleja, ni tiene actores conocidos, ni es un thriller ni nada que se parezca al estereotipo de películas afines a mí.
Estamos en esta época pre-Oscars, los directores más aclamados aprovechan para mostrarnos su lado menos comercial y más de cine de autor, y Steven Spielberg nos trae una historia que bien podría ser de película de sobremesa los domingos por la tarde en Antena 3. El punto de partida empieza cuando Albert, el hijo de una humilde familia, por motivos económicos tiene que deshacerse de un caballo al que crió y al que enviarán a la guerra. A partir de aquí iremos viendo las diferentes aventuras que va pasando el caballo a lo largo de su vida.
En cierto modo, se puede acusar a Spielberg de hacer saltar gratuitamente la vena sensible del espectador en prácticamente cada escena y cada plano. El guión, los diálogos, el entorno donde se desarrolla la historia, la música de John Williams... todo esta preparado para ello, y no sé si dependerá del estado de ánimo de cada persona en el momento que vea la película, pero a mí personalmente me ha gustado esa manera de contar la historia.
Una historia con la que puedes empatizar desde el primer momento. Al contrario que la muy muy aburrida J. Edgar de Eastwood, que vi hace poco y no recomiento visionar a menos que te interese mucho la biografía del tipo en quien se basa, de War Horse me ha gustado que no estás esperando en ver qué ocurre al final, simplemente estás disfrutando viendo qué pasa en cada momento y qué será lo que ocurrirá justo después.
Jeremy Irvine, el actor que da vida a Albert, se estrena en el mundo del cine con War Horse, película que va a catapultarle a la fama (ya tiene tres pelis pendientes para 2012). No lo hace mal, pero es un poco triste verte eclipsado en una película por un animal con mucha más vida que tú.
A lo largo del viaje, Joey (el caballo) va pasando por diferentes vidas. Y es curioso, porque en los momentos con más tensión de la cinta no te preocupas en absoluto por qué les pasará a los humanos que están con el caballo, sólo rezas por que el animal salga vivo de ahí, que no sufra y que pueda ponerse a salvo. Y es que en War Horse Joey es el absoluto protagonista en todo el largometraje, con más personalidad incluso que cualquier humano que participe en la peli.
War Horse es una película muy digna de verse, y gran parte de la culpa de ello es la experiencia del señor Spielberg unida a la música de John Williams, que alternan música e imágenes de una forma increible tanto en las escenas más sentimentales como en las escenas de acción, con una fotografía y unos planos llenos de detalle que impactan a cualquiera a pesar de la aparente ausencia de efectos especiales por ordenador.
Nota: 9/10